domingo, 24 de febrero de 2008

Niña Tonta


Todos tenemos algo de masoquista en nuestro interior, pero ella lo tenía más podría decirse que era una experta en lastimarse a sí misma. Eso es lo qué me gustaba de ella, verla sufrir de vez en cuando, reírme de ella y dejarla botada en calzones.

Cuando la conocí era una mocosa, tenía 15 años, yo tenía 18, un poco chica para mí, pero me gustó, tenía cierto placer retorcido hacia ella, se juntaba con pura fresa, venía de una secundaria fresa, pero al parecer sus padres ya no podían pagar la prepa, así que se metió a una de gobierno, pero pss lo fresa no se le quitó.

Siempre fui un déspota con toques de intelectualoide, así que al principio, como ahora, me cagaba, pero tenía un par de tetas que no podía dejar de mirar y esa cara de niña tonta me hacía tener erecciones, íbamos en cuatro clases juntos, ella se sentaba con los “populars” pronúnciese en inglés y yo hasta al fondo escondió en un libro de Nietzsche como todo preparatoriano intelectualoide.

Nos conocimos un día en que leía uno de mis favoritos “La insoportable levedad del ser”, paso a mi lado, se detuvo y me dijo –Ese libro me gusta mucho-, por algún extraño motivo esas palabras me excitaron y le conteste torpemente con un -¿Lees?- y me contesto que sí, me anotó su correo en un pedazo de papel y me dijo que habláramos de libros.

Y así empezó todo a las 3 semanas ya era mi novia, al principio fue extraño porque me quería meter en esos círculos extraños que nunca entenderé pero siempre dije que no, así que le lave el cerebro y hacía lo que yo quería, y lo que más quería era cogerme esa cara de niña tonta.

Así que nuestra relación paso de libros a sexo, me dijo que nunca lo había hecho, pero no le creí, se movía mejor que muchas putas que me había cogido en tiempos anteriores, así que me encontraba con una amante de la literatura, que me idolatraba y que cogía mejor que una puta. Por fin la vida me sonreía.

Las humillaciones llegaron pronto, la verdad no lo pude evitar, le pedí cosas en la cama que a una señorita no se le piden, la dejaba plantada, coqueteé con otras mujeres y ella no tenía valor de reclamarme nada, soy lo mejor que le había pasado y así pasaron tres años hasta que nos casamos.

Me dejó al año de casarnos y la verdad tenía razón, para dejarme, todos tenemos algo de masoquista en nuestro interior, pero ella lo tenía más podría decirse que era una experta en lastimarse a sí misma. Eso es lo qué me gustaba de ella, verla sufrir de vez en cuando, reírme de ella y dejarla botada en calzones.

Me habló por teléfono ayer, me quiere ver, quiere reconciliarse y me encanta esa idea. No he cogido en meses, lo que más quiero ahora es cogerme a esa cara de niña tonta. La vida sigue sonriendo.

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