miércoles, 10 de septiembre de 2008

Iteración


Juan no podía caminar, su playera blanca estaba empapada en sangre la cual ya se estaba empezando a secar,  eso sensación era nueva en él, la adrenalina corría en sus venas y el alcohol  había perdido su magia. Caminaba en un prado en las afueras de la ciudad, se sentó bajo la sombra de un árbol y pensó en qué hacer.

La policía había llegado alrededor de los veinte minutos, no tuvo tiempo de despedirse de ella o no el suficiente como él hubiera querido, salió por el patio trasero, brinco unas azoteas, corrió entre los tendederos, cruzo el drenaje y se agacho para pasar por la cerca de alambre de púas, como cuando era niño, corrió y corrió.

El aire era magnifico, no se sentía el calor y menos bajo la sombra de ese frondoso árbol, intento prender un cigarro, pero el paquete estaba lleno de sangre, tanto que escurrió y cayó sobre el pasto, tiro los cigarros y siguió pensando en lo ocurrido, realmente estaba extasiado.

Decidió regresar a la ciudad y tranquilamente caminó por el prado, disfrutando el viento correr por su cuerpo, se quito la camisa y la boto en el drenaje, fue a casa de Pedro, tocó el timbre y salió la esposa, mirándolo sorprendido, no dijo nada y lo dejo pasar. Pedro estaba fumando opio; el picante aroma en el aire lo delataba y lo vió atónito. Pedro entro al baño y se observa en el espejo, el cuello y el pecho con manchas de sangre coagulada, la nariz rota y no sabía si lo de la ceja era de él o era de otra persona. Se lavo la cara y el cuerpo, un escalofrió le recordó que era humano.

Tomo una playera blanca de la ropa sucia y se la pusó, un logo de AC-DC relucía y un fuerte olor a sobaco de Pedro inundó su nariz, el desodorante en spray lo aliviano un poco y decidió salir del baño, un nervioso Pedro lo esperaba en el pasillo -¿Qué pedo pinche Juan?, ¿Ahora qué verga hiciste hijo de la chingada?-. Juan no contestó, camino por el pasillo y entro al cuarto de Pedro y busco en los cajones hasta encontrar esa pequeña belleza que andaba buscando.

La sentía dura y fría bajo la espalda, un escalofrío le recordó lo poderoso que era,  se despidió de Pedro su amigo de toda la vida, sabía que sería para siempre. Caminó por las calles que lo vieron crecer, recordó todo lo infeliz que era y llego a su casa. Su hijo y su esposa estaban ahí.

Disparó primero a su esposa, luego disparo sin remordimiento a su hijo, Pedro lo había seguido todo el tiempo y al ver esa imagen corrió y salto sobre Juan, lo golpeó brutalmente y le rompió la nariz, pero Juan siempre ganaba, desde que eran niños y lo dejo inconsciente era su amigo no podía matarlo.

Tomó el teléfono, contesto ella, -¿Qué paso Juan, lo hiciste?-, un tembloroso sí, respondió la pregunta, -Pues vente a mi casa amor- un fuerte grito de “Policía” interrumpió la llamada, la policía había tardado alrededor de veinte minutos en llegar, Juan corrió como cuando era niño y se agacho por el alambre de púas como cuando lo hacía con Pedro hace diez años atrás. Para sentarse y pensar bajo la sombra del frondoso arból y decidir que hacer. Pensó que podia buscar a su belleza en casa de Pedro, pero eso sólo era una posibilidad.

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